Uruapan, Mich. 25 nov 2025.- Las declaraciones del senador de Morena Gerardo Fernández Noroña volvieron a encender la escena política en Michoacán. Tras calificar de “fascista y ambiciosa” a la alcaldesa de Uruapan, Grecia Quiroz, por exigir investigaciones contra Raúl Morón y el fiscal Adrián López Solís (Godoy), la respuesta no tardó en llegar… y llegó con filo.
El diputado independiente Alejandro Bautista Tafolla —conocido por su sombrero y por no medir palabras— salió a defender a la alcaldesa con un mensaje que no solo desmintió la narrativa de Noroña a quien acusan de misogeno, sino que también exhibió la desconexión del senador con una realidad que se vive lejos de los templos partidistas.
“¿Cómo te atreves a meterte con una víctima cuando no entiendes su dolor? No está ahí por elección… está ahí porque le arrebataron al amor de su vida”, lanzó Tafolla, recordando públicamente la tragedia que marcó la vida de Quiroz y que, hasta ahora, Noroña había pasado por alto en su retórica beligerante.
Pero el mensaje no se quedó en la defensa moral. El legislador Tafolla subió el tono y cuestionó la insistencia de ciertos actores políticos de Morena en descalificar cualquier exigencia de justicia etiquetándola como conspiración de “la derecha”, un argumento que, en Michoacán, ya suena más a automatismo que a postura ideológica.
“Y que no se te olvide: que no esté Carlos Manzo no significa que Grecia Quiroz esté sola. A ti, que solo te preocupa seguir respirando política: métete conmigo. Pero a Grecia, déjala en paz”, advirtió.
El diputado incluso retó al senador a dar la cara, ya sea en Uruapan o donde él dijera, subrayando que en la región no se permite que desde la comodidad del curul se repartan diagnósticos políticos a conveniencia.
El cierre fue un golpe directo a la narrativa de Noroña, que suele acusar a sus críticos de servir a la derecha:
“AQUÍ NO SOMOS DERECHA, AQUÍ SOMOS PUEBLO, CABRÓN”, remató Tafolla.
Mientras tanto, el conflicto evidencia algo más profundo que un intercambio de insultos: la creciente fractura entre liderazgos nacionales y realidades locales donde la política se toca, literalmente, con la vida y la muerte. En ese terreno, los discursos de tribuna parecen cada vez más ajenos y, para muchos, francamente ofensivos.
